Genios del Arte, Historia

Salvador Dalí: El genio surrealista y maestro del arte provocador

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Definir el arte es una forma de acabar con el. Romper el “status quo”, es sinónimo de que vamos a recibir la más dura crítica, como en el caso de Salvador Dalí, quizás el artista más excéntrico del siglo XX, dentro del movimiento surrealista, que dejó una marca indeleble en la historia del arte.

Nació en Figueres, España, por el año 1904 y destacó tanto por su imaginación desbordante, como por su personalidad provocativa, onírica e inquietante, que junto a su obra le convirtieron en una leyenda.

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Lo bautizaron como Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí i Domènech, a la sombra de un hermano fallecido, del cual él llevaría el peso del nombre y le marcaría de por vida, como quien busca desprenderse de su propia identidad. Fue sin lugar a dudas un joven, ambicioso, con actitudes excepcionales para el dibujo y la pintura, lo que le llevó a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Entabló una amistad muy cercana con Luis Buñuel y con Federico García Lorca, tanto que el poeta terminaría enamorándose perdidamente de él.

Además de su trabajo pictórico, Dalí incursionó en la escultura, la escritura, el cine y la moda, demostrando su versatilidad y su capacidad para desafiar las convenciones artísticas establecidas. Su colaboración con otros artistas y su participación en proyectos vanguardistas lo consolidaron como un visionario que trascendió los límites del arte tradicional.

Dalí no solo tenía grandes dotes artísticos, sino, que gozaba de un talento para meterse en problemas y esto lo llevó a ser expulsado de la Academia al ser acusado de encabezar una protesta estudiantil contra la no concesión al pintor Daniel Vázquez Díaz de la cátedra de pintura.

Se vió en la obligación de regresa a Figueres, y continuó sus clases con Juan Núñez quien le instruye en la modalidad de grabado que se verá presente en sus futuras obras. Sin embargo un año más tarde (1924), regresaría a la Academia Bellas Artes de San Fernando.

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Salvador Dalí estuvo presente en la  Primera Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos en Madrid y en las Galeries Dalmau de Barcelona, donde presentó su primera exposición individual, no contento con ello viajó a Francia, y tiene la oportunidad de conocer a Pablo Picasso sin antes haber visitado en museo de Louvre.

Si bien es cierto, que en sus primeros años Dalí experimentaría con el cubismo, tras ser seducido por la obra de Picasso, pero su inclinación al dadaísmo lo llevó a conocer un modo distinto de ver el arte, de jugar con la expresión artística y sus manifestaciones.

Por aquellos años el Surrealismo era movimiento artístico y literario que buscaba plasmar la realidad de los sueños y la mente inconsciente, pero fue en este movimiento donde Dalí encontró un lugar para expresar sus pasiones llegándose a convertir en uno de sus máximos exponentes.

Obras surrealistas, como “La persistencia de la memoria” y “Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar”, logró destacar, imágenes perturbadoras, naturaleza onírica y técnica magistral.

“La persistencia de la memoria” es una joya del surrealismo, con solo 28 años Dalí creó esta obra maestra en menos de cinco horas, inspirándose en las teorías revolucionarias de Albert Einstein y en los quesos Camembert. Esta pintura emblemática explora la noción de temporalidad y memoria, desbordante de simbolismo que oscila entre lo extraño, lo polémico y lo controvertido.

Los relojes que se derriten en la tela sugieren una vida que se escapa entre nuestros dedos, desvaneciéndose en su forma y despojándose de su utilidad. Algunos hablarán de la “Relatividad del tiempo”, pero yo afirmaría que Dalí representa la tormenta interna que el tiempo provoca, esa incesante necesidad de medirlo como una amenaza.

La obra de Dalí es un reflejo de su vida, una exploración de su cotidianidad dividida entre la realidad, el inconsciente, lo místico, la vida y la muerte. Sus cuadros revelan a un hombre atormentado por los preceptos sexuales de su padre, como se evidencia en “El gran masturbador”, una obra que refleja las profundas cicatrices psicológicas que marcaron tanto su vida como su arte.

Dalí conoció a Gala en 1929, la mujer que se convertiría en su musa y su única inspiración. Fue ella, (según el propio Dalí), quien le salvó de la locura y una muerte temprana. Pronto se convirtió en parte de su obra, agente y colaboradora. Fue su amor hacia Gala, lo que le hizo trabajar muchas veces. Su polémico matrimonio no escapaba de la opinión pública, pero fue el centro de atención dentro del la vida surrealista del propio artista.

Salvador Dalí siempre pareció estar en constante fuga, escapando de los conflictos que marcaron su vida desde la infancia. La pérdida de su madre a los 17 años, la relación complicada con su padre y la muerte de su madre a manos del régimen franquista, así como el estallido de la guerra en 1939, lo llevaron a explorar nuevos horizontes y a sumergirse en aventuras creativas que desafiaban las expectativas convencionales.

En Estados Unidos, Dalí encontró un escenario ideal para desplegar su genio artístico, incursionando en diversas disciplinas como la escultura, la escritura, el cine y la moda. Su versatilidad y su capacidad para desafiar las convenciones artísticas le permitieron convertirse en una de sus propias obras maestras, reinventándose constantemente y consolidándose como un visionario que trascendió los límites del arte tradicional.

A lo largo de su prolífica carrera, Dalí experimentó con una amplia variedad de materiales y técnicas. Utilizó la tempera en obras como “Fires i Festes de la Santa Creu”, pero fue más allá al combinarla con el puntillismo, una innovación poco común en su época. Gran parte de su obra pictórica se realizó sobre cartulina, sin descartar el uso del óleo. Incluso llegó a emplear cargas explosivas para aplicar la pintura sobre sus lienzos, una técnica que posteriormente se conocería como “placas de tachiste”.

Una de las técnicas más singulares de Dalí consistía en lanzar cartuchos de tinta litográfica contra sus cuadros y luego trabajar con las formas resultantes, creando composiciones frenéticas y distintivas. Utilizó el “dibujo automático” para liberar su subconsciente y ofrecer una visión despojada de sus propios prejuicios. Además, experimentó con materiales como la cera, el yeso, la arcilla y la joyería, así como con la fotografía, enriqueciendo su obra con una diversidad de elementos que la hacen tanto admirable como controvertida.

Dalí por su genio creativo y también por su personalidad excéntrica y su afición por la provocación en todos los entornos en que se desarrolló. Su extravagante apariencia, sus declaraciones polémicas y su incontrolable amor por el escándalo lo convirtieron en una figura controversial y magnética que atrajo la atención de medios de comunicación y público en general.

En resumen, Salvador Dalí es un artista singular cuya obra continúa desafiante, fascinante y desconcertante. Su legado artístico perdura como huella de la genialidad de un mortal y dando un testimonio de su imaginación desbordante y su genialidad creativa.

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